Una industria millonariA quiere imponer el aborto en todo el continente, utilizando a una mujer vulnerable y a su hija discapacitada. 7 jueces de la Corte Interamericana tienen la responsabilidad de defender los Derechos Humanos en América Latina
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ORGANIZACIONES VINCULADAS
Beatriz era una joven mujer vulnerable con un bebé en su vientre que tenía pocas expectativas de vida. Era el caso perfecto para utilizarlo en la lucha por la legalización del aborto en Latinoamérica. Es cierto que Beatriz pidió el aborto. Pero no lo hizo libremente. Beatriz fue instrumentalizada por los grupos abortistas que no dudaron en acosarla, amedrentarla y utilizar artificios para obtener datos de su vida y de su historia clínica.
Casos como el de Beatriz suelen ser los que, a través de fallos ejemplificadores, impulsan a los países a legislar a espaldas del pueblo y en contra de sus intereses. Si la Corte Interamericana se extralimitara en sus funciones y considerara que existe un derecho a abortar o que si afirmara que para Beatriz seguir con su embarazo fue una forma de tortura, los países de Latinoamérica se verán en serias dificultades para seguir defendiendo la vida desde la concepción.
En realidad, este caso no es Beatriz vs. El Salvador. Es Beatriz, Leilani, El Salvador y toda Latinoamérica vs. la industria millonaria del aborto.
La industria abortista está siempre atenta para sacar provecho de la vulnerabilidad humana. Existen organizaciones como CEJIL que se dedican al litigio estratégico y buscan casos útiles. El de Beatriz reunía varios elementos ideales: una mujer pobre, madre de un niño pequeño, enferma y con un bebé por nacer con pocas probabilidades de sobrevivir. Agrupaciones feministas, que luchan por la legalización del aborto eugenésico en El Salvador, mediante engaños, obtuvieron su historia clínica. No les importó atemorizarla y jugaron con su salud mental afectada por el miedo a morir. La joven pidió el aborto, pero la justicia de El Salvador determinó que su vida no corría peligro y no lo admitió. Al final, su hija Leilani nació y vivió pocas horas, y ella murió cuatro años después en un accidente de tránsito. La industria del aborto llevó el caso hasta la Corte Interamericana, pero ella ya no puede contar su verdadera historia.
El aborto mueve un negocio millonario. Detrás de las causas en las que se busca legalizarlo siempre hay ONGs y patrocinadores económicamente muy poderosos. Por ejemplo, CEJIL se dedica a litigios estratégicos. Eligen los casos y los manipulan para que puedan servir a sus agendas. IPAS instruye a médicos sobre procedimientos de aborto aún en países en los que se considera un delito. La Agrupación Ciudadana por la Legalización del Aborto busca ese objetivo especialmente en casos de eugenesia, es decir, pretende descartar a los niños por nacer discapacitados. La Colectiva Feminista por el Desarrollo Local es un grupo de lobistas que promueve el aborto en América Latina, especialmente en El Salvador. Como todo esto requiere aportes económicos, están presentes la Fundación Ford, Open Society y la IPPF. Beatriz y Leilani fueron las involuntarias protagonistas de este caso. Detrás se mueve la industria del aborto.