Una industria millonariA quiere imponer el aborto en todo el continente, utilizando a una mujer vulnerable y a su hija discapacitada. 7 jueces de la Corte Interamericana tienen la responsabilidad de defender los Derechos Humanos en América Latina

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Beatriz, una joven salvadoreña con lupus que quería ser madre. Fue víctima de presiones y violaciones a su privacidad para lograr que abortara a su hija discapacitada. Su caso llegó a la CIDH y sigue siendo manipulado incluso después de su muerte.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos no puede imponer leyes sobre el aborto. Cada país tiene soberanía para decidir sus políticas, pero la extralimitación de la Corte podría afectar la democracia de los países de Latinoamérica y poner en riesgo el ya deslegitimado Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos no puede imponer leyes sobre el aborto. Cada país tiene soberanía para decidir sus políticas, pero la extralimitación de la Corte podría afectar la democracia de los países de Latinoamérica y poner en riesgo el ya deslegitimado Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
La industria del aborto busca imponer su negocio en América Latina, usando a la Corte Interamericana y manipulando sus casos. Su corrupción socava la justicia y las democracias regionales. Es hora de resistir.
Votar en contra de la vida para la Corte es muy difícil porque implica avalar la violación de los datos personas de Beatriz y la discriminación a una niña discapacitada, entre otras cuestiones. Pero si hay mentiras, presiones ideológicas y económicas en juego, la injusticia se vuelve un camino fácil.
Votar en contra de la vida para la Corte es muy difícil porque implica avalar la violación de los datos personas de Beatriz y la discriminación a una niña discapacitada, entre otras cuestiones. Pero si hay mentiras, presiones ideológicas y económicas en juego, la injusticia se vuelve un camino fácil.

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